Son como las que se ven en Galicia, aunque un poquito más pequeñas.
Lo que si son son mucho más confiadas, la presencia de las personas no las asusta y en cuanto perciben movimiento humano en las habitaciones vuelan al balcón a ver si les cae algo.
Son simpáticas y me mirán sin miedo, estoy pegada a ellas y no se escapan.
El hambre y me imagino que la costumbre de que les den de comer los viajeros, hacen de ellas un pájaro más doméstico que las de aqui.
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