Más tranquila me quedé cuando escuché como ante las llamadas del pollo, desde la rama del árbol encima de él, le contestaban .
Al día siguiente volví para ver si estaba el pollo, y, sí, había conseguido subir a una de las ramas del árbol.
La pena es que iba sin la cámara de fotos y me perdí una primicia: grabar a los padres del pollito, persiguiendo a un gato por detrás, chillándole, cada uno por un lado, hasta que fueron alejando al intruso y llevándolo lejos de su cría.
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