jueves, 28 de abril de 2011

El Retiro 2

Al día siguiente, volví de paseo por ese parque tan inmenso, y cual es mi sorpresa al encontrarme este animalito tan bonito y simpático.


Estaba comiéndose una rica avellana, como más tarde supe, ya que tiene un colega que va casi todos los días al parque acompañado de una bolsita de esos ricos frutos secos.
La ardilla come de su mano con tal confianza que da envidia.

Y después del festín, si le sobra alguna, va y la entierra para días mejores.

La despensa debe ser enorme, porque así como guarda unas, saca otra de otro agujero, y se la come.
Es muy sociable, y lo demuestra que no le importa quien la mire, o como hizo conmigo, que me vio sacar la funda de la máquina de fotos y pensó: ¡aquí hay comida!, que dio un salto al banco próximo al que yo estaba a ver si le caía algo.

La ardilla jugueteaba por el árbol, haciendo payasadas, arriba y abajo, parecía que nos lo dedicaba a los que la mirábamos ensimismados.





Le pregunte al chico de las avellanas si había más y dijo que tenia controladas a tres ardillas en esa parte del parque.






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