La ubicación de la planta no estaba en lugar idóneo, ya que buscando el sol la planta creció y creció, hasta alcanzar casi el primer piso de la casa, lo que me hizo recordar el cuento de las "habichuelas mágicas":
Por no decir , que aunque me hizo bastante gracia, solo pensar que a lo mejor tendría que subirme a una escalera para poder recoger los tomatitos, no fue tan simpático quedarme todo el verano, sin la vista que tengo desde la ventana de mi cocina del jardín.
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